1F214 El rendimiento e incentivo individual para el progreso social general

El rendimiento e incentivo individual para el progreso social general:

El síndrome de la competencia individualista iniciado/causado principalmente por la posibilidad del enriquecimiento material personal como impulso principal de un proceso de crecimiento de la sociedad (definido económicamente), representa hoy la (“indoctrinada” y por eso no seriamente cuestionada) piedra angular de la educación familiar pero sobre todo de la educación y formación institucional. Con la reforma de los fundamentos éticos de la educación hacia una renovación gradual de toda la sociedad, precisamente este síndrome languidecería a un modelo de fin de serie, siendo sustituido por la motivación individual condicionada por la educación/sociedad orientada hacia un progreso colectivo y basado en valores altruistas y sociales. Lógicamente, de la respectiva definición ética de valores, se daría también una reforma gradual del contenido de la formación.

Ya en la escuela primaria se enseña a nuestros compañeros más jóvenes que es deseable en nuestra sociedad, en caso de no ser el mejor o la mejor en la clase, pero al menos estar siempre entre los mejores, mejor entre los mejores de los mejores. Ya totalmente al principio de su camino de vida consciente a estas personas pequeñas les dicen como ellos tienen que posicionarse con los demás, incluso también con respecto a sus propios (todavía) amigos, y esto en el interés propio, exclusivamente en el interés propio. Se les transmiten que más bien por ahí van a conseguir algo, el bienestar y una alta reputación en la sociedad. Ya aquí el germen está colocado para la competencia, para la demarcación entre uno y el otro, para el individualismo, no, no en el sentido de la realización personal y como contribución al desarrollo integral del hombre y la naturaleza, sino interpretado como requisito previo para el éxito personal – y al principio sin sospechar que el egocentrismo y egoísmo se hacen posibles solamente por ahí.

Los contenidos aplicados de la educación y la formación desde el punto de vista institucional deben estar orientados a medio plazo en un nuevo fundamento ético. En este caso se redefinirían los objetivos sociales del condicionamiento y de la educación del ser humano en el contexto de la sociedad. La acción humana individual se consideraría primeramente como contribución general al desarrollo social de toda la sociedad, como acto natural de la solidaridad en términos de un enriquecimiento colectivo y progreso social. Para retomar el ejemplo de arriba, los compañeros de estudios posiblemente un poco más listos de los demás, aquellos que pueden manejar más fácilmente que otros ciertas tareas y entender los contextos más rápido, ayudarían a sus amigos, a sus compañeros de clase, para que lo puedan conseguir también, tratarían de poner a disposición sus habilidades principalmente para los demás – o sea para un desarrollo social solidario.

La aspiración individualista de enriquecimiento material e influencia social (incluso poder), como pilar fundamental del prestigio social personal, sería superada por una motivación básica de solidaridad social y por el estímulo del individuo para un progreso de toda la sociedad – ambos anclados en el condicionamiento y la educación…