En favor de un amplio consenso social

EN FAVOR DE UN AMPLIO CONSENSO SOCIAL:

Un cambio del sistema a nivel global, es decir, mundial representa un proceso que necesita para su realización no solamente un horizonte de tiempo extendido. Sino además y encima de todo, este proceso tiene que realizarse en cooperación con los ya existentes iniciativas y movimientos progresistas de la sociedad, y sirviéndose de las dinámicas pertinentes.

Aquellas iniciativas locales, regionales o también nacionales que se orientan, con respecto a los sectores sociales y económicos, en una relativización (hacia la superación) de constantes ante todo materialistas y de maximización de ganancias, ya hoy día forman parte de la realidad en muchos países – las temáticas principales enfatizan aspectos de la percepción/comportamiento ético, la protección del medio ambiente y de los recursos naturales, y la justicia social. A nivel local y regional forman parte de estas iniciativas, las diferentes formas de las economías de comunidad y de vida autónoma, que en general están basadas o se orientan hacia estructuras de toma de decisiones democráticas de base y participativas. Este abanico se extiende desde los cambios de comportamiento individual de una persona, hasta la comuna o iniciativa local, la asociación, hasta la cooperativa, los bancos y seguros sin ánimo de lucro (no-profit), hasta la empresa de economía solidaria que actúa internacionalmente, así como hasta proyectos isla de tipo autónomo, de comunidades que practican la convivencia con nivel de consumo muy bajo y sin utilizar dinero.

Al mismo tiempo son los muchos grupos, movimientos e iniciativas de la sociedad civil, incluso los sindicatos que se comprometen políticamente y llevan a cabo un trabajo imprescindible en áreas como la cobertura informativa objetiva, la renovación ecológica y social de nuestra sociedad, o en los sectores de la solidaridad local e incluso internacional, entre otros. A estos pueden pertenecer también aquellos partidos políticos que, independientemente de su presencia parlamentaria o extraparlamentaria, proporcionan impulsos importantes para la emancipación social, y reformas críticas al sistema o encaminadas a su mejora.

Todas aquellas formas de economía y convivencia que no se rinden al dictamen de la competencia con fines de lucro, así como el compromiso de los mencionados actores sociales y políticos, son importantes, y ya han contribuido mucho a que se mueva algo en muchos países, y que haya surgido un debate público sobre qué forma ideal de la sociedad sería la más adecuada.

Pese a ser apreciadas estas iniciativas, en particular a nivel local y regional, socialmente representan todavía fenómenos marginales, en un mundo que está orientado ante todo hacia el lucro individual. Por lo tanto, ellas solas no serán capaces de cambiar de manera fundamental y duradera nuestros sistemas sociales y económicos a nivel global (es decir, en todo el mundo). Por una parte, esto está causado – aparte de por nuestro condicionamiento social (a nivel global) de una universalmente aceptada orientación hacia valores individualistas materialistas – por la dinámica inherente de nuestro sistema de competencia orientado hacia el capital y el prestigio social, al cual está encadenado nuestro estándar de vida material. Por otra parte, está causado por la distribución desigual de los recursos de cualquier tipo, lo cual permite – si lo permite – modificaciones sostenibles en el sentido de un cambio económico y social no materialista y solidario solamente en regiones privilegiadas[1].

Por esto, para un cambio del sistema global es primordialmente necesario trabajar de manera emancipadora simultáneamente a todos los niveles. En este contexto es importante desmantelar a medio plazo la actual disipación y actuación en solitario de iniciativas e actores valiosos. Solamente si todas las diferentes fuerzas de una visón del mundo solidaria, altruista, y no materialista se unen y forman un frente amplio social, habrá una posibilidad de cambiar los sistemas económicos y sociales a nivel mundial y de manera sostenible – formando una sociedad globalmente renovada en el planeta tierra.

[1] Iniciativas alternativas y democráticas participativas son bienvenidas ahí cuando y donde puedan generar un nivel de vida aceptable para la populación local. Esto es más posible por ejemplo en Alemania (buen clima, fertilidad alta del suelo, reservas abundantes del agua, alto grado de formación técnica, un buen abastecimiento de capital). Pero a nivel planetario es absolutamente ilusorio en muchos países y regiones. Por eso, desde el punto de vista evolucionario planetario y con esto solidario, un cambio del sistema basado únicamente en iniciativas locales y procedimientos democráticos participativos no es posible.