TERRORISMO ISLAMISTA – hemos hecho algo mal?

TERRORISMO ISLAMISTA – Hemos hecho algo mal? 

Cuando ocurre un ataque terrorista, el horror es enorme, con razón. Personas han muerto, están heridas, partes enteras de la población están en estado de shock. La sociedad responde con expresiones de solidaridad, con manifestaciones públicas. La clase política evoca la unidad de la sociedad. Se habla de equivocados, fanáticos, enfermos, los que realizan tal acto. Los gobiernos piden un salto cuántico en la política de seguridad. Inteligencia, policías y militares son llamados a intensificar aún más su trabajo en la guerra contra el terrorismo, a nivel nacional como internacional – ahora más que nunca. La detección y seguimiento de la población tiene que ser absoluta, la política migratoria está bajo escrutinio. ¿Pero dónde está el análisis de causa de origen que debe preceder a cualquier respuesta política y social?

Desde los ataques del 11 de septiembre de 2001, los Estados Unidos y sus aliados han ocupado militarmente dos países de población principalmente musulmana (Afganistán e Irak). Además, han enviado fuerzas especiales militares en muchos otros países musulmanes, conducido una guerra de drones contra seleccionados objetivos en Pakistán, Yemen, Somalia y en Sudán, han detenido y torturado cientos de musulmanes sin sentencia judicial (en Abu Ghraib, Guantánamo y otros lugares). Y exactamente desde 2001 ha habido más ataques contra instituciones oficiales y la población civil no sólo en Occidente, pero particularmente en Afganistán, Irak y otros países musulmanes que en todos los años anteriores. Incluso fuentes oficiales consideradas cercanas al gobierno USA, como la revista Foreign Policy y la Chicago University[1], confirman que más del 95 por ciento de todos los atentados suicidas son una respuesta a la ocupación extranjera. Más del 90 por ciento de todos los atentados suicidas son antiamericanos o anti-occidente (debido a que la mayoría de los países europeos apoyan a los Estados Unidos en su política exterior) y anti-israelita (también aquí se atribuye a una política de ocupación contraria al derecho internacional). Una de las principales causas para la aparición del terrorismo islámico es la agresiva política exterior de muchos Estados occidentales contra o en países musulmanes. Ya sea el ISIS en Irak y luego en Siria, los talibanes en Afganistán y Pakistán, o anteriormente el movimiento de los Mullah de Khomeini en Irán, el ascenso del islamismo como movimiento social y factor de potencia está correlacionado estrechamente con las intervenciones militares y guerras dirigidas sobre todo por Estados occidentales – a menudo por desgracia también conducidas por intereses económicos (petróleo, recursos de agua, rutas de comercio).

La gran mayoría de los autores de atentados suicidas proviene de regiones amenazadas u ocupadas por tropas extranjeras. Pero qué pasa si los autores suicidas, siendo en su mayoría de ascendencia árabe o cultura islámica, son ciudadanos americanos o europeos? Hemos nosotros, ha nuestra sociedad tal vez entonces hecho algo mal – y no sólo desde ayer? Quién de nosotros realmente sabe cómo es, tener que crecer en suburbios arruinados y desoladas, donde la vida se caracteriza cada vez más por el desempleo crónico, la delincuencia, males de la comunidad, aislamiento social y falta de perspectivas? Quién de nosotros realmente sabe cómo es, tener un rostro, un nombre, un color de piel, una ascendencia, hablar un idioma, pertenecer a una religión, que inmediatamente nos marca con la identidad de una clase social de calandrajo? Cuando seres humanos son excluidos del bienestar de una sociedad, más que eso, más importante aún, del prestigio social, del respeto de la comunidad, ellos se dirigen progresivamente hacia la religión y a menudo esto conduce a la radicalización – y esto no sólo desde el 11 de septiembre de 2001, siempre ha sido así, durante cientos de años.

Estadísticamente el Islam es la religión más extendida en el mundo después de cristianismo, con 1,6 billones de personas (cristianos 2,2 billones) y con la tendencia de crecimiento en gran medida más alta de todos los grupos religiosos en todos los continentes. Estas son sólo estadísticas, pero más importante es que, en contraste con las genéricamente como cristianas denominadas sociedades, muchos musulmanes son muy religiosos, pueden rezar hasta tres a cinco veces al día – la fe para ellos representa una percepción existencial. Es por lo tanto políticamente inteligente y socialmente correcto, si – basado en el argumento de la libertad de expresión – esta visión del mundo de 1,6 billones de personas se ve una y otra vez humillada, como es el caso en particular en Europa y América del norte, cuando los medios de comunicación y la política públicamente marginalizan y ponen bajo sospecha personas y contenidos de índole islámico y árabe? Tiene sentido referirse a la legislación nacional, ya que vivimos hace dos décadas en la era del Internet, en la que los contenidos de los medios de comunicación nacionales cruzan las fronteras nacionales de forma inmediata por un simple clic, y se los transmite a miles de millones de personas en todo el mundo? Libertad de expresión, nuestra libertad de expresión, a cualquier costo, que quiere decir libertad por encima de todo? 

Tenemos que ajustar a nuestros sistemas económicos y sociales, a nuestra percepción política, de modo que la integración, participación y el respeto de la dignidad humana sean centrales – y no un mero llamamiento. Una sociedad que hace la prosperidad y el valor de una persona dependiente del dinero y de pertenecer a ciertos grupos sociales, de la capacidad individual de conseguir algo, de tener éxito; una sociedad en que la brecha entre ricos y pobres se abre más y más formando trincheras, en la que los armamentos y producción de armas representan nada más que una evidencia, efectivamente incluso estas armas del terrorismo – queremos esto? Ataques terroristas representan un triste, inhumano y despreciable ataque contra la vida, no son nada para justificar, sino para condenar. Pero en respuesta reclamar a más violencia y exclusión, es ciego y no contribuye hacer nuestra sociedad más segura y pacífica, todo lo contrario.

 [1] It´s the Occupation, Stupid. Foreign Policy 2010/2016.