1F256 Organización social y estructura de producción globalmente renovada

Organización social y estructura de producción globalmente renovada:

En una Sociedad Globalmente Renovada es posible sin grandes dificultades garantizar un nivel de vida universal y con ello la prestación de los servicios y los bienes necesarios para toda la población del planeta, tanto en términos de energía y materias primas, como en mano de obra. Las fuentes renovables de energía tales como la radiación solar, la energía eólica, hídrica, geotérmica, y la energía de las olas y mareas superan con su potencial en creces el consumo de energía imaginable de la población mundial. Los recursos renovables y los materiales artificiales biodegradables pueden reemplazar ya hoy mismo, en el estado actual de la tecnología, a cualquier recurso natural (mineral). Del mismo modo no es un problema alimentar adecuadamente a una población mundial incluso de más de diez mil millones de personas – ya hoy se producen más alimentos de los que se consumen[1] (no obstante, véase el problema de la sobrepoblación etc.).

El suministro (producción y distribución) de bienes y servicios no es el problema. Mucho más complicado, sin embargo, es la elaboración exacta de datos de la demanda/utilización y consumo geográfico específico (local) y su análisis. Para poder realizar esta tarea a tiempo y correctamente, se tendrán que diseñar y programar sistemas electrónicos de datos que, a su vez, pongan en movimiento procesos de producción controlados de manera cibernética.

En una Sociedad Globalmente Renovada, la estructura real de producción (técnica) y de distribución (logística) de bienes y servicios no difiere significativamente de las aplicadas hoy en día en el capitalismo materialista. La producción de una silla, de unas gafas o de un PC en sí no cambia. Del mismo modo, los bienes producidos, a igual que hasta ahora, se seguirán ofertando en tiendas. Incluso un servicio como una consulta o terapia de rehabilitación tras una operación de rodilla, se seguirá ofreciendo en los mismos lugares. La diferencia fundamental con el capitalismo materialista, sin embargo, es que los bienes y servicios del bien común, y por lo tanto, parte del nivel de vida universal, no corresponden (ni pueden corresponder) a algún valor monetario, es decir ya no son vendibles, sino que están a disposición, para el uso o goce, de las personas (sin pago monetario). También en lo que se refiere a las condiciones de trabajo, el modelo deseable sería bien distinto del sistema dominante hoy en día. La estricta observancia de normas sociales y ambientales con vigencia mundial sería la piedra angular de todos los procesos de trabajo. 

En cuanto a la cuestión de la ubicación, es decir, la definición de las ventajas comparativas de producción de determinados lugares geográficos, es esencial no sólo por razones tecnológicas de fabricación y las razones ambientales, sino también para lograr un equilibrio social y la creación de un nivel de vida planetario universal con el bien común a crear, planificar no solamente a nivel local, sino también a nivel del planeta y redistribuyendo en caso necesario. Eso significaría que, por ejemplo, las zonas con riesgo de sequía o de erosión no se usarían (ni se deberían usar) para la agricultura, porque la población local ya tiene acceso a un nivel de vida universal (incluyendo el suministro de alimentos), que la sociedad mundial pone a su disposición – en este caso, por ejemplo, mediante el aumento de la producción en otras regiones o continentes, y la correspondiente distribución de los bienes necesarios.

Esto no excluye obviamente, que una modesta agricultura campesina u otras actividades económicas puedan ser socialmente útiles y que contribuyan a la seguridad alimentaria local u otra producción de mercancías o servicios, ofreciendo los bienes producidos en el mercado (de demanda) local y, por tanto apoyando la creación de un nivel de vida universal.

Aparte de las cosas necesarias y existenciales, como ropa y alimentos básicos, la atención sanitaria y la educación, la naturaleza y el número de bienes y los servicios solicitados en una Sociedad Globalmente Renovada se orientan conforme a sus prioridades, es decir al sistema de valores que automáticamente hace también necesario el diseñó pertinente de la estructura de producción. Por ejemplo se elimina la publicidad del embalaje y la maquinaria publicitaria de un clásico sistema competitivo y se sustituye por un embalaje ecológicamente sostenible y una información objetiva del producto; ya no hay demanda por servicios financieros, armas etc.

Los bienes y los servicios necesarios para el trabajo diario y así como del sector del ocio se definen principalmente por el bien común y forman parte del nivel de vida universal. Es esencial aquí, una supervisión/registro general de la demanda y del correspondiente consumo/uso. Una familia con dos niños, por ejemplo, no puede entrar en una tienda de muebles y encargar (recoger) cinco sofás, ni una persona puede ir a un centro de masajes y que le den masajes durante cinco horas, o puede tomar de una librería cincuenta libros  para llevarse a casa.

Sobre una base democrática participativa se redactarán directrices (por ejemplo, número máximo de un bien por familia) que garanticen un uso razonable (aunque generoso) de bienes y servicios para todas las personas.

Sin embargo, se puede suponer que en una sociedad global con valores renovados, cuyos habitantes por inculcación y educación ya han desarrollado una conciencia colectiva solidaria y que por lo tanto, perciben la acumulación materialista en su propio beneficio como equivocada y perjudicial, es poco probable un mal uso intencionado (para ventaja propia) de bienes y servicios de la sociedad. 

La oferta de bienes y servicios no está regulada, como en el capitalismo materialista, a través de una combinación de costes de producción y una demanda unida al precio de compra, poder adquisitivo y una necesidad/ carencia (que a menudo es generada o sugerida artificialmente), sino que se basa únicamente en la demanda social real, y en la capacidad de producción y distribución viable. En general, la demanda (tipo y cantidad) de bienes y servicios, se basará sobre todo en los valores prioritarios para la Sociedad Globalmente Renovada (por ejemplo, no hay demanda de coches que perjudiquen el medio ambiente, armas, etc.).

En general, con respecto únicamente a la demanda a estimar en los países actualmente desarrollados (económicamente), se disminuiría la producción total económica de manera substancial: Eliminación de sectores económicos y de servicios a rechazar desde el punto de vista ecológico y en base de los nuevos criterios de valor o que se han  convertido simplemente en superfluos – tales como la industria de armamento/armas, la industria de los combustibles, el sector de marketing, bancos, seguros, la industria de bienes de lujo – así como reduciendo la sobreproducción de bienes de consumo no existenciales a un nivel aceptable desde el punto de vista ecológico y social. En relación a los países ahora (económicamente) menos desarrollados, aumentaría sin embargo la demanda y con ello la provisión necesaria (producción o distribución) de bienes y servicios que pertenecen al nivel de vida universal. En la deseada Sociedad Globalmente Renovada, se reducirá a nivel planetario en gran medida especialmente la producción industrial de bienes[2], lo que está en consonancia con la necesaria sostenibilidad ecológica y un orden social solidario humano (y no más materialista y consumista).

[1] Con el fin de garantizar la estabilidad de los precios de mercado (y por lo tanto los ingresos de los productores), la Unión Europea realiza desde hace décadas, con determinados productos, una política agrícola de reducción de la producción, que entre otras cosas, incluye la destrucción de los alimentos producidos. Además: Alrededor de 50% de los alimentos comercializados en los países industriales acaban en la basura; Las perdidas post-cosecha en los países terceros están estimados en 20-35%.

[2] Junto con la posibilidad entonces real de aumentar la eficiencia de todos los sistemas de producción – gracias a desembarazarse finalmente del dictamen del dinero – se reduciría también de manera substancial la necesidad / demanda de energía por parte de la sociedad a nivel planetario. Hoy día la política se limita simplemente en atender la demanda continuamente creciente de energía, en vez de hacerse la pregunta fundamental también en el caso de la energía – es decir, si queremos y necesitamos de verdad esta inundación de bienes perpetuamente creciente.