Relativización del concepto del valor monetario y desmonetarización

Relativización del concepto del valor monetario y desmonetarización:

El antiguo refrán «el tiempo es oro» representa emblemáticamente a una sociedad orientada al principio de valores monetarios. Que las mercancías y los servicios «valen oro» (dinero), se considera como irrefutable, como una ley natural de la llamada sociedad moderna, pero aún más, así como los servicios se han convertido en mercancías para poder mutar así a un valor monetario de cambio, existen cada vez más dimensiones de la vida diaria y de nuestro medio ambiente natural y social que se han convertido, o están a punto de convertirse, en mercancías adquiribles monetariamente: agua, genomas, salud, información, educación, seguridad social, seguridad personal, etc.

Casi no quedan áreas que sean de libre acceso para los seres humanos, sin que de manera necesaria se tenga que abonar un valor monetario. Aun cuando su calidad, y por lo tanto también su utilidad, disminuya paulatinamente, y su conversión a mercancía (y a valor monetario) sea previsible, aparte de la luz solar el aire es por ahora una de las pocas excepciones. Otra excepción es “el amor y el cariño”. El amor y el cariño que una madre le da a su hijo, el que una persona le da a otra persona o a un ser vivo se ha resistido hasta ahora a una conversión en mercancía – no son comprables, aún no son negociables monetariamente. Aun cuando, sobre todo en las llamadas sociedades desarrolladas, pero no exclusivamente, el cariño, en el sentido de cuidado/atención ya se haya convertido en una mercancía (por ejemplo es el caso de las niñeras, cuidado pagado de ancianos, hasta servicios pagados de sexo/pareja).

En una sociedad donde el dinero disponible de un individuo decide sobre el nivel de vida alcanzable o incluso, como en muchas regiones de la tierra, sobre la vida o la muerte, nunca habrá paz, ni parcial ni mundial. Siempre habrá alguien que tenga más dinero y alguien que tenga menos, absolutamente independiente del porqué de tal situación y de lo que se defina como justo. La desigualdad socioeconómica y la falta/escasez (en este caso, el acceso restringido a las mercancías y servicios, determinado por disponer dinero) son caldo de cultivo esencial de la concepción de injusticia de la gente, pero representan al mismo tiempo paradigmas indispensables de una sociedad de crecimiento y competencia basada en el modelo materialista.

El punto focal de nuestro actual modelo social y económico mundial es la disposición de recursos financieros (dinero), y preservando al mismo tiempo el valor del dinero (para controlar la inflación, mantenimiento del poder adquisitivo). Por lo tanto, ¿de qué se trata en nuestra sociedad, o, dicho de otro modo, qué es lo que la podría llevar a un estancamiento? La falta de dinero. Sin dinero no se invierte, no se crea trabajo, ni poder adquisitivo; sin dinero no se pueden comprar alimentos, no hay sistema educativo ni sanitario; no se construyen casas, no se produce energía; los ordenadores, la televisión, el coche, el metro no funcionan, los aviones no vuelan, no funciona el teléfono. Sin dinero se paraliza todo y al final se apaga la luz y la calefacción se enfría. Sin dinero tampoco hay ingresos de impuestos, sin lo cual tampoco puede existir el suministro de servicios existenciales públicos y se carece de protección social. ¿Y qué es lo que falta principalmente en una recesión económica global? Dinero. Los gobiernos, los bancos, los seguros, las empresas económicas resultan insolventes, lo que a su vez puede conducir al desempleo y a la reducción del nivel de vida, e incluso a conflictos sociales, pobreza, delincuencia y violencia.[1] 

Aquel que diga que al alto nivel de vida de hoy no se puede llegar sin dinero, es un prisionero inconsciente de patrones cementados de pensamiento, o un servidor irresponsable de intereses personales o de intereses de grupos elitistas.  Todos las mercancías y servicios que existen hoy en el mundo no se crean con dinero, sino que con los siguientes factores de producción: ideas, ciencia, investigación, formación, trabajo, materias primas y energía. El dinero por sí solo no es de facto un factor de producción, pero, en la economía de mercado capitalista, no es más que un factor de adquisición artificial, pero necesario (y a menudo limitado y limitante) de esos factores de producción.

El valor monetario es uno y único resultado del adoctrinamiento social de la acción humana por el materialismo y del intrincado síndrome de la necesidad (la demanda real o provocada, la escasez y deficiencia). El cambio de sistema que aquí se propone no postula la absurda vuelta al sistema del trueque (el intercambio físico como el dinero están basados los dos en la misma lógica de la desigualdad entre tener (propiedad) más o menos de ello)[2], sino que, sobre la base de un nuevo fundamento ético-social, la creación de un alto nivel de vida universal (para todos los seres humanos), cuya garantía , a su vez, constituye el motor principal y la justificación del trabajo humano, y de este modo se retiraría la base ideológica a la economía monetaria.

Una Sociedad Globalmente Renovada estará obligada a romper con el tabú de un sistema de valores basado principalmente en un intercambio monetario de bienes y servicios. Con ello será inevitable una redefinición de los derechos básicos o humanos. Un derecho y sobre todo un derecho básico de una persona, tiene que ser directamente aplicable y disponible, y por lo tanto no puede estar vinculado a una disponibilidad monetariamente definida y acoplada a cada individuo. 

Los sectores de la sociedad adjudicados al bien común están en una Sociedad Globalmente Renovada a disposición para todas las personas por igual, y constituyen por ello automáticamente derechos básicos, cuya conversión en valores no monetarios está por definir. Derechos humanos fundamentales, tales como, el acceso a información independiente, la seguridad personal, la salud, la educación y la alimentación básica no deben ser medidos en escalas de valor monetario, o que dependan de la disponibilidad de dinero de cada individuo, sino que deberán redefinirse sin tabúes y en el interés de protección del bien común sobre todas las cosas y salvaguardando la dignidad inviolable de cada persona. Un papel importante a este respecto y de la desmonetarización lo tendrá que desempeñar una nueva concepción de las condiciones de producción y las condiciones laborales, así como la valoración (post-monetaria) de los factores de producción (incluido el trabajo) indispensables para garantizar los derechos básicos.

En una Sociedad Globalmente Renovada, el valor monetario va gradualmente perdiendo importancia, en el sentido de que las mercancías y los servicios, que se incluyen en el bien común, se verán disociados de las leyes de un mercado dominado por el capitalismo. Pues esas mercancías y servicios serán puestos por la sociedad a disposición de las personas (no se venden). En un periodo transitorio, aquellos bienes y servicios, que no formen parte del bien común, podrían ser caracterizados por contravalores monetarios. Evidentemente que este sistema monetario remanente sería únicamente aplicable a aquellos bienes/mercancías y servicios que no pertenecen al bien común. A largo plazo todos los bienes y servicios, ya pertenezcan al bien común o no, se utilizarían en definitiva, dentro del marco de un sistema de producción y demanda/necesidad no monetario y guiado de forma colectiva.

[1] Existen suficientes métodos de tratamiento y productos para proteger a millones de personas de enfermedades o de curarlas de ellas; Hay suficientes alimentos y materiales de ayuda, aviones de cargo y personal calificado para preservar a millones de personas de la miseria, malnutrición y hambre; pero todo esto no se pone en marcha porque faltan o no se ponen a disposición (se proporcionan para otras “prioridades”) los recursos financieros (dinero), y la voluntad política es débil (véase la crisis de la migración, del Sahel, cabo de África etc.)

 [2] Si tengo una calabaza grande, a cambio me dan veinte zanahorias. Si tú tienes solamente una manzana, no te darán más que dos zanahorias. Esto es igual a si yo tuviera un billete de veinte euros y tú solamente dos euros.